Si un aspirante a jefe se piensa que puede ir por ahí dando órdenes, se le hace ver abiertamente lo ridículo que resulta. La gente se ríe de él en su cara y a sus espaldas (…). Los líderes abusones, que se apropian de recursos o hacen tratos con extraños en beneficio propio pierden rápidamente el respeto y el apoyo de sus subordinados. Las armas contra ellos son la ridiculización, las habladurías y la desobediencia, pero si esto no basta (…).
Waal, Frans de, La edad de la empatía, Barcelona, TusQuets, 2011, p. 208.
Lean también el último artículo de Krugman en el que se puede leer, entre otras perlas, que el sufrimiento al que se enfrentan tantos de nuestros ciudadanos es innecesario. Si esta es una época de increíble dolor y de una sociedad mucho más dura, ha sido por elección. No tenía, ni tiene, por qué ser de esta manera.
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