El susto gratuito

El alumno se resbaló así que la mujer que fregaba el pasillo temió perder su trabajo y, por ello, ser repatriada a su país. Tras diez segundos el estudiante comenzó a reír mientras la mujer que fregaba —inmigrante hispana, ¡cómo no!— soltaba las primeras lágrimas. —¡Es una broma! —gritó el alumno mientras se levantaba feliz de habernos engañado a la limpiadora y a mí.

Loading


Comentarios

Una respuesta a «El susto gratuito»

  1. ¡Qué poco corazón!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *