El deporte es el verdadero factor que cohesiona la comunidad del Instituto en los Estados Unidos. Padres, estudiantes, profesores, administradores y operarios se sienten como una piña cuando el quipo de baloncesto, de beisbol o de fútbol americano se enfrenta a otros centros educativos.
Ver uno de estos partidos es algo mucho más importante que la NBA o cualquier otro negocio deportivo profesional. Los espectadores pagan su entrada, que cuesta cinco dólares, y gritan y sufren como si les fuera la vida en ello. Por supuesto, no son solo las mamás y los papás quienes asisten al estadio, sino toda la comunidad.
Los mejores jugadores disfrutan de un prestigio sorprendente en la comunidad y las cheerleaders les admiran con deleite y simpatía.
Quizá en España exista tanta frialdad en las relaciones dentro del centro educativo, así como un ambiente plomizo y deshumanizador, porque carece de un elemento aglutinante que bien pudiera ser el deporte tomado en serio.
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