En el cementerio parisino de Pière Lachause se encuentra la modesta tumba del gran Marcel Proust, junto a la de Rossini, Hedayat y otros personajes ilustres y/o millonarios de Francia.
A Proust hay que leerle, pero parece que en España se le condena al olvido. Algunos dicen que es un «tostón», sin embargo Proust es grande, a la altura de todos los grandes de la historia de la literatura. Cierto es que las miles de páginas que componen En busca del tiempo perdido pueden parecer un gran reto, pero merecen la pena.
Leerle imprime carácter. Digamos que los lectores de Proust nos podemos reconocer con una simple conversación igual que hacen los miembros de una secta.
«Los verdaderos paraísos son los paraísos que hemos perdido».
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