Para entender a Yehoshúa (Editorial Anagrama, 2008) y sacar jugo a su prosa hay que leerle en Jerusalén. Solo allí uno entenderá la catastrófica situación en que se encuentra el pueblo sometido y las historias humanas que pueden surgir en medio de tan perturbador contexto. Lo que narra Yehoshúa se puede leer y causa delectación, pero también se puede vivir internamente y plantearse qué diantres estamos haciendo con el mundo. Si decide viajar a la ciudad de los lugares santos de las tres religiones llévese este libro. Si a alguien le causa indiferencia es porque su estructura moral está inserta en un congelador.
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