En Chequia el otoño es casi inexistente, se pasa del verano al invierno sin apenas solución de continuidad. Estos son los últimos días cuya climatología permite a los checos llenar los parques, leer libros junto al río e, incluso, bañarse a pesar de que el fresquito aceche. Cuando lleguen las primeras nieves y las lluvias comiencen a molestar, el paisaje humano -el paisanaje- cambiará: todos se recluirán en sus casas y en las tradicionales cervecerías checas.
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