Me gusta Kapuscinski, lo reconozco. Este blog, de hecho, intenta en vano imitar al gran maestro, pero es imposible, no hay manera ni la habrá. ¿Cómo puede el escritor polaco narrar algo, captando su esencia, mientras está sucediendo? Kapuscinski no necesita del paso del tiempo ni de la distancia espacial para tomar perspectiva de los episodios históricos que vive y plasmarlos sobre papel en vivo y en directo. Además es peligroso leerlo porque sus consecuencias son imprevisibles: leí El sha y al cabo de los meses estaba trabajando en Irán; ¿hubo relación causa-efecto?
La jungla polaca (Anagrama, 2008) es la reedición de 22 artículos del escritor polaco publicados cuando tenía treinta años. Siguen de plena actualidad porque Kapuscinski no escribe reportajes concretos sino abstractos, universalizables, filosóficos. Es más antropólogo que periodista. Ya apuntaba maneras.
En esta obra el autor escribe sobre las gentes de su tierra. Le obligaron a trabajar en Polonia porque sus reportajes en el extranjero no atendían suficientemente bien a la causa comunista, así que le castigaron con la «repatriación». Sus compatriotas muertos de hambre y de esperanza -campesinas explotadas, borrachos aburridos, profesores desmotivados, clérigos apasionados…- afloran en el libro a trompicones, como sus vidas que creen carentes de sentido:
Los tres no se dedican más que a hacerse daño, a torturarse, a aniquilarse. No tienen motivos ni saben por qué. Ni siquiera es importante el motivo, que de todos modos son incapaces de aducir. Lo importante es el estilo de vida, al que poco a poco se han acostumbrado. p 146).
He intentado acercarme a mis alumnos. No sé hacerlo (p 122).
Sin duda hay un gran paralelismo entre la reciente historia de totalitarismos de los pueblos checo y polaco. Algún día me gustaría escribir sobre las distintas clases de totalitarismo en cada una de las naciones donde me ha tocado vivir. Llevo un tiempo dándole vueltas al asunto y podría resultar interesante.
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