La mayoría de los checos son ateos. Sorprende que rodeado de países como Eslovaquia y Polonia, donde el cristianismo domina la vida de sus ciudadanos, en la República Checa el espiritu religioso brille por su ausencia. Observo que los checos son pragmáticos y no requieren de la necesidad del más allá para sobrellevar la vida, ni siquiera en sus momentos más dolororosos. Supongo, por tanto, que al menos consentirán con la resignación cristiana.
No hay que olvidar que el comunismo les ha dejado su impronta; si bien en Polonia los dirigentes rojos fueron condescendientes con la práctica religiosa, en la República Checa las gentes se veían obligadas a descreer para poder obtener trabajos en la época de la checa; de este modo extirpaban cualquier atisbo de espiritualidad. Me cuentan además que en las entrevistas de trabajo se les preguntaba por su pertenencia al partido y si la respuesta era negativa no les daban el puesto. Para más inri muchos de los que hoy van de liberales fueron en su momento dirigentes a sueldo de Moscú.
Por otra parte los eslovacos siempre han sido gentes de campo sin apenas posibilidades de acceder a la cultura lo que quizás haya favorecido que no se planteen dudas sobre la divinidad. Se limitan a un «gracias-Dios-y-a-seguir-segando». Los checos, por el contrario, a lo largo de la historia han sido más urbanitas, más cultos, más filósofos y científicos; no en vano esta es la tierra de Godel. No quiero decir con esto que la cultura aleje a la población de Dios, sino que una parte de ella que no hubiera tenido acceso al saber y a desarrollar su pensamiento seguiría siendo creyente.
El checo es materialista. Esta es la que hay y no espera vidas eternas. La familia, el trabajo, las salchichas y la cerveza dan sentido a su existir. Dios, en general, les sobra.
Bien es cierto que las bellísimas iglesias que pueblan todo el país se llenan los fines de semana, pero es difícil encontrar allí a jóvenes o personas de mediana edad. Pareciera que fuera requisito contar con la tarjeta de la jubilación para asistir a la liturgia. Quienes pueblan el ritual son los pocos practicantes que quedan tras ponerse de moda la religión al finalizar la dictadura comunista.
Posteo dedicado a mi amigo el poeta y filósofo Alejandro Martín, a quien también agradezco que nos recomiende el artículo «Una historia religiosa marcada al rojo vivo» que ciertamente esclarece el tema de este posteo.
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ACTUALIZACIÓN
No pensé en consultar artículos de la red para elaborar este escrito, me limité a expresar lo que observaba y escuchaba, sin embargo compruebo ahora que en Internet hay información muy interesante al respecto entre la que destaco lo siguiente:
«República Checa: Uno de los países menos creyentes del mundo» (vía)
«La Iglesia checa: de la represión a la indiferencia»
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