Así como los trabajos más penosos en España los suelen realizar extranjeros, principalmente del Magreb y de Hispanoamérica, los explotados en Irán suelen ser los afganos. Aunque al principio se les trataba muy bien hace tres años se les expulsó masivamente a su país porque dejaron de ser considerados refugiados de guerra, así que quedaron pocos por estas tierras. Los que siguen en Persia malviven trabajando como peones catorce horas diarias y durmiendo en un bloque de cemento en la misma obra en las calurosas noches de Teherán. Además, cuando uno se acerca para darles comida se muestran asustados, temiendo que les vayan a extraditar.
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