De junio a septiembre Teherán es un enorme horno, por eso los mercadillos al aire libre, los parques y las calles reúnen masivamente a los iraníes a partir de las ocho de la tarde, cuando el sol deja de castigarles. Las familias y amigos se juntan, hasta la medianoche, en los jardines donde extienden manteles en los que sentarse a disfrutar de arroces, kebabs con somag, doogh, hierbabuena, ensaladas aliñadas con limón, frutas y, por supuesto, de té con nabat.
Sin embargo hay noches en que el calor no da tregua, como hoy. Como en el sur de España.
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