La sociedad del cansancio


Vivimos en una sociedad narcotizada para olvidar que estamos cansados. Drogarse con noopastillas es socialmente recomendable porque facilita la concentración del cirujano, la creatividad del artista y la resistencia del soldado; quizá su uso sea reprobable -cada vez menos- para divertirse, ganar oposiciones o rendir en el deporte, pero está claro el camino que ha abierto la sociedad para luchar contra el hastío: la «positividad» artificial de las pastillitas.

Byung-Chul Han es un filósofo neohegeliano de origen surcoreano que se ha sacado de la chistera posmoderna -que no arroja chistes sino bofetadas dialécticas- un libro titulado La sociedad del cansancio (editorial Herder, 2012). Sus tesis van en la línea del compromiso social y pesimista de Sennet y Lipovetsky pasadas por el filtro de la apatía bartlebiana que encuentra por doquier y que es el resultado de un espíritu excesivamente positivista. Han, gran seductor del lenguaje, pretende convertir al lector en un cómplice del secreto que ha descubierto y que se empeña en hacer público: nuestra sociedad premia el multitasking y la positividad, aspectos enormemente negativos para el correcto desarrollo humano. Ahí tienen varias muestras:

El explotador es al mismo tiempo el explotado (p. 32)

El amo mismo se ha convertido en esclavo del trabajo (p. 48)

El lamento del individuo depresivo, «Nada es posible», solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que «Nada es imposible». No-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión. (p. 31)

El multitasking está ampliamente extendido entre los animales salvajes. Es una técnica de atención imprescindible para la superviviencia en la selva (p 33-34).

La rabia es una facultad capaz de interrumpir un estado y posibilitar que comience uno nuevo. Actualmente, cada vez más deja paso al enfado y al estado enervado, que no abren la posibilidad a ningún tipo de cambio decisivo (p. 56)

La sociedad del rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje (p. 71)

Avisados quedan de su gran poder de seducción. Pregunten, si no me creen, a Miguel Santa Olalla quien quedó atrapado entre sus redes hegelianas en un seminario que le impartió en Alemania.

Solo un surcoreano puede contravenir a Foucault para alegar que no vivimos en una sociedad disciplinaria de «hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas» sino en una sociedad del rendimiento llena de «gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos» (p. 25). Quizá lo diga porque en Corea del Sur se suicidan por suspender exámenes. Su libro avisa de un peligro que está por llegar a España, donde la ausencia de perfeccionismo y obsesión por el trabajo y, por tanto, de exceso de positividad, retrasará la llegada del espíritu de las sociedades suicidas cuyo elemento más destacado es la absurda «positividad» del infumable «sí se puede». Así se desfoga Han al respecto:

Las enfermedades neuronales del siglo XXI siguen a su vez una dialéctica, pero no de la negatividad, sino de la positividad» (p. 18).

A la sociedad disciplinaria todavía le rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados. (…) La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber (p. 27)

De hecho el mayor peligro que tiene el Movimiento 15-M es su exceso de positividad. Si no quieren acabar derrotados por cansancio deberían dejarse de tanto «¡sí se puede!» y empezar a embestir al Estado corrupto sin panderetas, tambores ni consignas ilusamente positivas.

La lectura de La sociedad del silencio -aunque breve- es muy exigente, no apta para la sociedad cansada que critica. No es libro de divertimentos y pensamientos fáciles para amenizar una tertulia, sino de reflexión interior, de diálogo con uno mismo. Recomendable para profesores que, agotados, interiorizan la ley del mínimo esfuerzo, o para aquellos ingenuos que con tanta positividad confunden el buenrollismo con el circo, y para descreídos del movimiento 15M que han sucumbido ante la agotadora y constante acción de los corruptos. Tanta positividad que encontramos en la sociedad es agotadora, menos mal que Han nos reinserta en la sociedad con una buena carga de energía realista.

FICHA

Título original: Die Müdigkeitgesellschaft
Traducción: Arantzatzu Saratxaga Arregi
Idioma original: Alemán
Fecha de aparición05/10/2012
Encuadernación: Rústica con solapas
80 pag.
12.2 x 19.8 cm
ISBN 9788425428685

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Comentarios

8 respuestas a «La sociedad del cansancio»

  1. Gracias por la recomendación.

  2. Avatar de Prozac Gutty
    Prozac Gutty

    Precio?

  3. […] o el pago de la hipoteca es más acuciante que nunca por el hartazgo existencial que implica la sociedad del cansancio y el exponencial incremento del nivel educativo en los últimos años. Esta inquietud la han […]

  4. Rafael,
    muchas gracias por la reseña. Me ha despertado «el apetito» esta visión positiva chupi-guay de la sociedad occidental que me tiene postrado unas semanas de baja precisamente por esa raíz de auto-exigencia que me ha llevado a una ansiedad estúpida.
    De nuevo, gracias por el impulso.

  5. […] es cierto que Han ya apuntaba provocativas maneras con La sociedad del cansancio (reseñada en nuestro blog) y La sociedad de la transparencia, pero me temo que ninguno de sus lectores llegó a intuir en […]

  6. […] otras píldoras nos ofrece Byung-Chul Han en su primera obra con repercusión internacional, “La sociedad del cansancio“. Su lectura me atrapa, o más bien me refleja atrapado en este juego de exigencias propias […]

  7. […] de publicar Herder. Ya se cebó contra los biempensantes y acomodados en La agonía del Eros y La sociedad del cansancio pero ahora, sin agonía ni cansancio, da un giro de tuerca para arremeter contra quienes se […]

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